Y de repente llega un día en el que no hay coches por la calle.
Llega la tranquilidad, hay como un ruido ausente, una rapidez lejana de la que fácilmente nos olvidaríamos si supiéramos que tarde o temprano volverán... Pero lo disfrutamos, disfrutamos este momento.
Las miradas cómplices de la gente que camina por las aceras intentan decir que se mueren de ganas por dominar la ciudad, cada pequeño recoveco será ahora suyo, para siempre.
Hasta el sol se ha suavizado para hacernos este momento más agradable aun. Hasta los pájaros se posan en el asfalto sin miedo alguno. 'Los monstruos se han tomado un descanso' (pensarán).
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